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Por qué la productividad personal no sirve

Andrés Nieto

Tiempo de lectura: 8 minutos

Propósito de vida

Productividad lenta – Lección 2 de 3

 

Bienvenido a la segunda entrega de este curso gratuito Productividad lenta, Lo que hasta ahora nadie te contó sobre cómo ser más eficiente pero manteniendo tu salud mental.

Hoy veremos cómo salir de la espiral del estrés y la ansiedad en la que entras cada vez que corres por todos lados, apagando incendios y resolviendo tareas rezagadas, pero que te deja más vacío que una cerveza helada en un día de calor.

Por si todavía no me conoces, soy Andrés, coach de productividad, consultor Notion, y fundador de Giro, mi pequeño lugar en internet donde comparto todo lo que aprendo de productividad personal y segundo cerebro.

Así que si estás buscando cómo ser más productivo, estoy seguro que te encantará este episodio.

Y para empezar, probablemente esto no me haga muy popular, pero hay que decirlo por el bien de la humanidad.

Para ser más productivo no necesitas ser un hiperactivo que se levanta a las 5am, trabaja en 15 proyectos al mismo tiempo y responde mensajes de whatsapp hasta las 11 de la noche.

No, eso simplemente es locura, y en gran medida explotación laboral, que a veces nos auto-imponemos porque pensamos que es la única forma de ser exitosos.

Solo toma como ejemplo algunos de mis colegas de la productividad y sus slogans: «Estira tu tiempo», «Productividad al máximo», y el mejor de todos «Más y Mejor».

Hay siempre una preferencia por la hipérbole, por el exceso, por lo más.

Pero por lo general, ese exceso de actividad nos hace sentir ocupados pero lamentablemente, no significa que seamos más productivos.

Hace un tiempo, antes de lanzarme al mundo del emprendimiento, en mi trabajo de oficina, tenía un compañero hiperactivo.

No era un mal tipo, pero era de las personas que pasaba corriendo de un lado para el otro, estaba en todas las reuniones importantes y no tan importantes, se quedaba hasta altas horas de la noche resolviendo problemas urgentes y muy urgentes. Lo que llamaríamos comúnmente un workaholic.

Pero lo que me llamaba más la atención de su forma de trabajar, no era necesariamente su hiperactividad, sino que por más esfuerzo que ponía en solucionar los problemas, estos aparecían una y otra vez, no se resolvían.

En pocas palabras: mucho trabajo, cero eficiencia. Y lo peor de todo es que todo ese esfuerzo se convertía en mucho estrés y ansiedad. Y tal fue el desenfreno en el que vivía que cayó enfermo.

Tal vez te sientas identificado, o conozcas a alguien así, pero es justamente eso lo que te quiero decir:

Estamos convencidos que para ser más eficientes debemos correr por todos lados, atiborrando nuestro día con tareas que por lo general son urgentísimas.

Pero el resultado es que al final del día tenemos esa sensación de que nos movemos pero no llegamos a ningún lado.

Como dice Georg McKeown, llevamos nuestra energía hacia muchos lugares pero terminamos no haciendo nada bien. Y eso nos causa estrés y ansiedad, dos cosas que no queremos en nuestra vida.

Ahora, la pregunta del millón, ¿Cómo sales de la trampa de la hiperactividad? Lo veremos en un momento, porque antes es importante entender por qué vivimos en esta espiral de desenfreno.

Una idea de productividad incorrecta

 

La idea de productividad personal que tenemos no es la adecuada.

Dime si me equivoco, pero en nuestros trabajos está bien visto estar ocupado todo el tiempo. ​No importa si ocuparse signifique responder cualquier correo inútil y responder mensajes de Whatsapp.

Y si además, eres un adicto al trabajo que responde a los mensajes hasta altas horas de la noche, todavía mejor: estás comprometido con la empresa ????.

El problema es que nos convencemos de ese cuento. Se ha convertido en una parte esencial de nuestra personalidad y nuestro sentimiento de autoestima.

​Pero el resultado es que sobrecargamos nuestra vida, llenamos cada momento con algo que hacer, en el trabajo y en nuestra vida privada.

Y según Cal Newport, esto es una consecuencia de cómo entendemos el trabajo:

En nuestro trabajo, buscamos cumplir objetivos, sin ninguna estructura clara para nuestras tareas.

Pero si te das cuentas, no pensamos en la cantidad de trabajo que debemos poner para alcanzar esos objetivos.

De esa forma, sin una estructura clara, fácilmente nos sobrecargamos de obligaciones y aparece el estrés y la ansiedad cuando nos enfrentamos a una lista interminable de tareas, 125 corres electrónicos sin leer y 5 reuniones por zoom durante el día. Todo para terminar ESE proyecto pasado mañana.

En suma, vivimos en una cultura que le gusta el estrés y el exceso de tareas. Y a eso llamamos productividad. 

 

¡Muchas opciones!

 

Además de esta forma «amorfa» que tenemos de trabajar, vivimos bombardeados de opciones y por ende, debemos tomar muchas decisiones, y eso afecta nuestra productividad.

Porque ahí es cuando aparece un maravilloso sesgo de nuestra mente, la fatiga por decisión.
Y se produce cuando

«tu mente se cansa después de un período largo de tomar decisiones. Hace que te sientas abrumado, ansioso, estresado e incapaz para tomar decisiones, ya sea que se trate de cosas importantes o tonterías.»

Porque cuando te enfrentas a una lista interminable de proyectos, tareas o correos electrónicos, poco a poco tu capacidad de saber cual es el mejor curso de acción se reduce, y eso, a la larga, te produce estrés y ansiedad.

 

¡Quiero tenerlo todo!
(como la famosa canción de Queen)

Además, vivimos en una sociedad que empuja la idea de que puedes alcanzar todos tus objetivos, terminar exitosamente todos tus proyectos, mientras mantienes tu trabajo de día y cuidas de tu familia.

En pocas palabras: ¿Quieres ser rico, famoso, exitoso y además sano e hiperactivo? Pues solo tienes que desearlo, trabajar 16 horas al día y se hará realidad.

Solo piensa en las veces que te has sentado a hacer una lluvia de ideas de proyectos que te gustaría comenzar. Estoy casi seguro que la lista no baja de 10 y por alguna razón “misteriosa” nos forzamos a ir por todos los proyectos a la vez y nos sentimos mal si no los alcanzamos todos.

El problema es que al vivir en exceso de actividad y de expectativas, vivimos una vida que no va a ningún lado, y sin ser tan pesimista, puede convertirse en una vida carente de sentido, porque en medio de tanto “ruido”, es difícil saber qué es lo que realmente quieres, por qué te esfuerzas diariamente.

Y aquí una historia interesante: la enfermera australiana Bronnie Ware, que atendió durante mucho tiempo a personas en las últimas semanas de sus vidas, escribió todo un libro sobre los arrepentimientos más comunes entre sus pacientes, y en la parte superior de la lista está:

“Desearía haber tenido el coraje de vivir una vida fiel a mí mismo, no la vida que otros esperaban de mí”.

Algo que te hace pensar…???? 

 

Salir de la trampa del estrés y la ansiedad

 

Pero te estarás preguntando, ¿Cómo salgo de esta trampa de la hiperactividad?

Cada vez que te encuentras metido en una espiral de desenfreno, recuerda: No es necesario ser hiperactivo, ansioso y estresado.

Puedes controlar tu flujo de trabajo.

Puedes decirle «No» a tu jefe con algún pedido raro que te haga a las 10 de la noche.

Y el más importante, puedes concentrarte en el proyecto más importante para ti ahora.

Greg McKeown, en su libro Esencialismo, nos dice que, si quieres retomar el control de tu tiempo y de tu vida, debes buscar activamente la forma de hacer menos pero mejor, distinguir lo trivial de lo esencial, definir tu propósito de vida, y así concentrarte en dar tu máxima contribución.

¿No sería genial que sepas cuál es tu objetivo más importante en el momento y pongas toda tu energía en un solo punto? ¿Dejar de correr por todos lados y concentrarte en las cosas que realmente importan?

Pero si todavía no sabes, o ni siquiera se te ha pasado por la cabeza cuál es tu propósito de vida, tranquilo. 

 

¿Cómo desarrollas tu propósito de vida?

 

Cortland Dahl, un investigador de la universidad de Wisconsin-Madison, nos dice que tener un propósito de vida es una habilidad que se puede aprender.

​Y solo para ponerte un ejemplo de los muchos en su investigación:

Un grupo de estudiantes universitarios siguió un programa para desarrollar un propósito de vida, y cuando terminaron, tuvieron mejores resultados que el resto de sus compañeros y sobre todo lograron ser más productivos y eficientes pero manteniéndose sanos mentalmente.

​¿Y cuáles son las técnicas que utilizaron?

​Según Cortland Dahl, necesitas:

1. Practicar atención plena (Mindfulness): los beneficios de esta práctica son innumerables. Regresar tu atención al presente y dejar pasar los pensamientos te permite volver a lo esencial.
2. Aclarar tu motivación: es importante saber por qué haces las cosas en el día a día, incluso si son tareas repetitivas y tediosas. Anclar esas actividades con algo que realmente te importe es muy importante. Por ejemplo, si estás respondiendo correos aburridos, saber que lo haces porque quieres darle una buena educación a tus hijos.
3. Desarrollar una mentalidad de crecimiento: sobreponerte a las dificultades y aprender es por así decirlo un superpoder que puedes desarrollar.

Y por eso, el consejo más importante que te puedo dar es este:

Clarifica tu propósito de vida. Porque cuando lo haces, tus esfuerzos para ser más productivo adquieren un verdadero significado.

Y lo mejor de todo es que es algo que puedes hacer por tí mismo. Solo necesitas un momento de silencio y reflexionar sobre tus prioridades.

Ya no necesitas correr de un lado para el otro para impresionar a tu jefe, porque sabes qué es lo verdaderamente importante para tí y haces lo que debes hacer para alcanzarlo.

En mi caso, clarificar mi propósito, me ha permitido ponerle un freno al desenfreno, y eso ha tenido consecuencias que nunca imaginé:

  • Valoro más las cosas esenciales de la vida como pasar tiempo con las personas que quiero o simplemente descansar un rato sin sentirme culpable.
  • Valoro más el camino que el resultado, dejando de lado esa obsesión por los objetivos y las metas.
    Mi vida volvió a tener un valor especial porque sé por qué hago las cosas y que las trato de hacer con dedicación y precisión. (en la medida de lo posible ????)
  • Pero claro, ahora que sabes lo importante que es tener un propósito, te preguntarás ¿Cómo hago en el día a día?

Porque ahí comenzaron los problemas, no sabes cómo gestionar todas tus tareas y las 15 ventanas abiertas en tu escritorio.

Así que no te pierdas del siguiente episodio en el que veremos la forma correcta de implementar un sistema de productividad sin volverte loco en el intento.

¡Nos vemos en la próxima entrega!