fbpx

La procrastinación: la ciencia detrás del monstruo

Andrés Nieto

13 Abril 2021

¡Hola!

La palabra prohibida para cualquier persona con ganas de cumplir algún objetivo o reto: la procrastinación.

Desde hace algunos años, la ciencia va detrás del monstruo y nos asegura que sí hay una luz al final del túnel, pero no con los consejos típicos que escuchamos en internet, sino con tus emociones: si aprendes a lidiar con ellas, estarás del otro lado.

Evidentemente es más fácil decirlo que hacerlo.

Cuando procrastinamos, estoy seguro que casi todos nos preguntamos porque nacimos así y nos sentimos muy culpables…

Pero no todo es tan negro como se lo pinta.

Primero hay que aceptar un hecho inevitable: todos procrastinamos en alguna medida o en algún aspecto de nuestra vida. Es una reacción algo normal cuando nos enfrentamos a algo desconocido y desagradable (para nuestro instinto más básico).

Ahora bien, si quieres comenzar a gestionarla, los científicos nos dicen que cuando conoces las causas de tu procrastinación es más fácil tener algún control sobre ella.

Y desde la perspectiva de un “ex” maestro de la procrastinación (yo ?), les puedo decir que ayuda mucho entender el por qué.

Hoy vamos a explorar algunos de estos hallazgos científicos sobre el tema que te harán reflexionar durante esos momentos de procrastinación.

 

La explicación biológica

 

Desde la biología, nos dicen que la dos partes del cerebro que están detrás de la procrastinación son la amígdala y el lóbulo frontal.

Y al parecer, en la mente del procrastinador hay un conflicto entre estas dos partes del cerebro.

¿Por qué?

La amígdala es el centro de nuestras reacción más primarias y básicas, y está asociada a la .

Ella actúa cuando te sientes amenazado, con miedo, ansioso o estresado, y te empuja instintivamente a esa reacción: o enfrentas el peligro (gran peligro de muerte) o huyes de él (más fácil sobrevivir).

Y en la mente del procrastinador, la de lo normal…

En cambio la corteza prefrontal está asociada a otro tipo de funciones como la planificación, el autocontrol, la organización, el auto-conocimiento y el manejo del tiempo.

Y como habrás adivinado, en la mente del procrastinador, hay una deficiencia de estas funciones.

Pero no hay que paniquear, porque nuestro cerebro es maleable. Puede adaptarse y reprogramarse con práctica y esfuerzo gracias a la .

Por ejemplo, en un estudio se relaciona la práctica del Mindfullnees con el decrecimiento de la amígdala. Así que hay esperanzas.

 

La procrastinación y las emociones

Obviamente, la procrastinación no es sólo un problema en nuestro cerebro y en el tamaño de sus partes.

Se expresa mucho más visceralmente en nuestras vidas, sobre todo a través de las emociones.

Cuando estamos en este estado, tendemos casi instintivamente a evadir la situación porque nos genera ansiedad, miedo a fracasar y muchas veces queremos hacerlo tan “perfecto” que perdemos tiempo en los detalles.

Cuando una acción o proyecto te angustia, prefieres huir de la situación y tratar de sentirte bien. Si lo vemos así es algo de lo más normal. Pero si lo ves desde la perspectiva del lóbulo frontal (planificar y ser responsable) no es lo más razonable.

Cuando tienes miedo a fracasar, por lo general es porque no confías lo suficiente en tí mismo y tus habilidades. En este caso, en vez de poner en juego tu autoestima, prefieres hacer actividades sin importancia, y así evitas equivocarte o cometer errores.

Y cuando tus estándares de calidad son muy altos y poco realistas, tiendes a procrastinar porque crees que todavía puedes hacerlo mejor. Pero con la obvia consecuencia que no cumples tus objetivos a tiempo.

El asunto es que estas tres emociones toman el mando cuando queremos o debemos afrontar la cruda realidad.

Incluso Neo de Matrix procrastina. No aceptaba su condición y estaba dominado por el miedo a un fracaso futuro.

Sólo cuando enfrentó la situación (salvar a su amada) pudo convertirse en lo que finalmente era.

 

Maneja tus emociones

 

Y cuando estas emociones toman el control de nuestras acciones, nuestra capacidad para planificar y auto-regularnos se reduce.

Es el segundo patrón de comportamiento de la procrastinación, que se expresa como falta de meticulosidad o diligencia.

La ansiedad o el miedo al fracaso nos impide planificar nuestras tareas y acciones, nos impide ser responsables, autocontrolarnos y monitorearnos.

Y esto nos lleva obviamente a más procrastinación en un continuo círculo vicioso.

El asunto es que todas estas funciones de autorregulación son muy importantes para el aprendizaje y la productividad, porque sin ellas respondemos sólo a las demandas del momento y eso no nos permite avanzar con una orientación clara.

Por todo esto y algunas investigaciones más, la gran conclusión de la ciencia es:

Para gestionar la procrastinación debemos aprender a autorregular nuestras emociones y estados de ánimo.

Es el camino más fácil y directo para lidiar con este monstruo que nos atormenta a todos.

Pero obviamente hay técnicas que sirven más y otras menos, pero definitivamente no hay técnica milagrosa que te evite tener que enfrentarte a tus demonios internos.

Y al final del túnel si hay una salida.

 

Si quieres explorar más sobre el tema te dejo algunos recursos interesantes:

Las emociones detrás de la procrastinación

En este artículo, vemos más a fondo cómo funcionan las emociones cuando estamos en estado “Procrastinador”. Vale la pena leerlo para entender el por qué de tus reacciones.

Algunos consejos útiles

En este corto artículo nos cuentan de nuevo el vínculo entre las emociones y la procrastinación y comparten algunos trucos para lidiar con ella.

El lado ameno de la procrastinación

En este divertido pero muy informativo video, Tim Urban nos cuenta de una forma amena cómo funciona el cerebro de un procrastinador. Hay algunos consejos interesantes al final.

 

 

Gracias por leer esta edición de la Newsletter

¡Nos vemos pronto!